El síndrome de burnout (SB), también conocido como el síndrome de estar quemado por el trabajo, fue declarado en el año 2000 como un importante factor de riesgo laboral por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a su capacidad para poner en riesgo la salud mental de la persona que lo padece y, en casos graves, incluso su vida.
El SB afecta de forma importante y prolongada a la capacidad del individuo para realizar sus tareas en el trabajo y por extensión a llevar una vida normal y satisfactoria fuera de su entorno laboral.
La definición del SB más aceptada por la comunidad es la de Maslach que indica que se trata de “una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal”. Otra definición de este síndrome viene de la mano de Gil-Monte: “una respuesta al estrés laboral crónico integrado por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse agotado”. Como podemos ver ambos autores consideran el estrés laboral crónico como el principal factor desencadenante de este síndrome. Sin embargo, hay muchos otros factores implicados en el desarrollo de este síndrome como son: el aburrimiento, insatisfacción con el desarrollo de la carrera laboral, salarios bajos, sobrecarga de trabajo, falta de motivación y estimulación en el trabajo y, por último, aislamiento.
Por otra parte, además de estos factores generales, también están implicados otros factores personales que aumentan la susceptibilidad de las personas a padecer el SB: la edad (relacionada con la experiencia laboral), ser mujer (ya que las mujeres suelen sobrellevar mejor las situaciones conflictivas en el entorno laboral), el entorno familiar (la estabilidad familiar es un factor protector frente a este síndrome), el tipo de personalidad (las personas con personalidades exigentes, impacientes, competitivas y perfeccionistas suelen padecer este trastorno con más frecuencia).
Los factores ambientales que impliquen cambios significativos en la vida del individuo (muerte de un familiar, matrimonio, divorcio, nacimiento de hijos, etc.) también contribuyen de manera significativa al desarrollo de este síndrome.
Síntomas.
La presentación clínica del SB incluye tres componentes: el agotamiento emocional, despersonalización y pérdida del valor que el trabajo tenía para el sujeto. Estos componentes mantenidos en el tiempo pueden conllevar al desarrollo de manifestaciones clínicas tales como: depresión, ansiedad, culpa, miedo, ira, adicciones, cambios de personalidad, aumento o pérdida de peso, pérdida de la memoria, dificultad de concentración o trastornos del sueño. En los casos más graves el individuo puede llegar incluso al suicidio.
Estos síntomas se pueden ordenar en diferentes niveles de gravedad:
- Leve: pequeñas quejas, cansancio o dificultad para levantarse de la cama.
- Moderado: en este nivel ya podemos observar cinismo, aislamiento, suspicacia o negativismo.
- Grave: enlentecimiento, absentismo laboral, abuso de alcohol o drogas o automedicación con psicofármacos.
- Extremo o muy grave: aislamiento excesivo, trastornos psiquiátricos graves, ideación suicida y autolisis (suicido).
Diagnóstico.
La prueba más utilizada en el ámbito laboral para diagnosticar este trastorno es el Maslach Burnout Inventory, que consta de 22 ítems que evalúan los componentes del SB citados anteriormente (el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño en el trabajo).
Otros cuestionarios utilizados para diagnosticar el SB son: el Copenhagen Burnout Inventory (CBI), el Oldenburg Burnout Inventory (OLBI) y el Cuestionario para la Evaluación del Síndrome de Quemarse en el Trabajo (esta es la única escala que incluye la desilusión como aspecto importante a valorar en el diagnóstico del burnout).
Tratamiento y prevención.
El tratamiento y la prevención del SB consisten en el aprendizaje de diferentes estrategias que permitan al individuo modificar sus sentimientos y pensamientos relacionados con el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño en el trabajo.
Las claves para conseguir los objetivos se basan en:
- La adaptación realista de las expectativas a la realidad.
- El equilibrio entre la familia, el trabajo, las aficiones, los amigos, el descanso, etc.
- Fomentar un buen clima laboral.
- Evitar la sobrecarga laboral y las jornadas de trabajo excesivamente largas.
- Formación de calidad dentro de la jornada laboral.
Conclusiones.
En este artículo hemos conocido el SB como un trastorno enmarcado en el ámbito laboral que puede llegar a ser de extrema gravedad y tener consecuencias fatales para el individuo, pudiendo incluso provocar el suicidio de la persona que lo padece.
Por eso es muy importante que las empresas y la sanidad pública inviertan los recursos necesarios en la prevención y en el diagnóstico y la prevención lo más tempranos posible para evitar que los trabajadores puedan llegar a desarrollar las presentaciones más graves del trastorno, así como el absentismo laboral y el gasto excesivo de la seguridad social que conllevan las bajas laborales de larga duración.
Bibliografía:
- https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152015000100014
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