El síndrome del cuidador

En el caso del Alzheimer y otras demencias el diagnóstico suele ocurrir cerca de la edad de jubilación, cuando las personas planean aprovechar para viajar, disfrutar de paseos, disfrutar del tiempo libre, después de una vida dedicada al trabajo y al cuidado de los hijos. Por lo que este diagnóstico significa un duro golpe ya que supone la imposibilidad de llevar a cabo esos planes tan deseados. Ahora, la persona en vez de viajar, salir a pasear con su pareja, salir a comer o disfrutar de sus nietos va a tener que dedicar gran parte del resto de su vida a cuidar a una persona con una enfermedad altamente incapacitante y ver cómo se va deteriorando poco a poco.

La situación les obliga a no poder tener tiempo para ver a otros miembros de la familia como hijos o nietos, o a relacionarse con sus amigos. Sienten una pérdida de libertad, ya que todo su tiempo se lo tienen que dedicar a la persona dependiente. Añadido a todo esto también suele haber un sentimiento de culpabilidad por pensar que no están cuidando bien a su ser querido o no verse capaces de poder hacerlo como ellos quisieran.

Síntomas que presenta el cuidador quemado

• Cansancio persistente
• Insomnio o dificultad para poder descansar
• Abandono de las aficiones y de la vida social
• Desinterés por vivir nuevas experiencias
• Irritabilidad
• Dolores o molestias no relacionadas con un problema de salud conocido
• Consumo de psicofármacos como ansiolíticos y antidepresivos
• Elevados niveles de estrés y de ansiedad

Cómo prevenir el síndrome del cuidador

• Conocer la enfermedad: esto ayuda a comprender mejor las reacciones y lo cambios que va sufriendo la persona enferma. Esto le permite al cuidador tener una actitud y tomar las mejores decisiones en cada momento. Además, si el cuidador sabe cómo va a evolucionar la enfermedad evita tener expectativas poco realistas respecto a ella.
• Aprender a pedir ayuda: el cuidador siente que el cuidado de su ser querido es su responsabilidad, por lo que le cuesta mucho pedir ayuda y además se siente mal por ello. Por eso, el cuidador debe ser consciente de que es bueno que pida ayuda en algunas ocasiones, por su bien y por el de la persona que cuida. Si una persona no se cuida no puede cuidar.
• Expresar los sentimientos: hablar de sus sentimientos con un familiar cercano o un amigo puede ayudar a reducir su sensación de aislamiento, de pérdida de libertad y aliviar el estrés y la ansiedad. También es conveniente aprender habilidades para manejar las emociones como acudir a terapia o a un grupo de apoyo.
• Aprender estrategias para manejar los síntomas de la enfermedad: cuando la persona afectada sufre una demencia, uno de los factores que más afectan y sobrecargan al cuidador son sus cambios conductuales. Estos cambios suelen ser apatía, ansiedad, agitación, trastornos del sueño, conductas inapropiadas, delirios y alucinaciones. Es importante que la persona cuidadora aprenda estrategias para manejar estos síntomas mediante terapias o formaciones específicas.
• Cuidarse a uno mismo: es muy importante que la persona cuidadora se proporcione un adecuado cuidado a sí misma, ya que esto no solo le favorece a ella, sino que también es imprescindible para cuidar adecuadamente a la persona dependiente. Por eso es importante poder pasar tiempo con amigos y familiares, alimentarse de forma saludable, tener una buena higiene del sueño, realizar ejercicio, practicar técnicas de relajación y visitar al médico o ir a terapia si es necesario.